Gandhi: La satisfacción reside en el esfuerzo, no en lo que se obtiene.
Esta filosofía es fácilmente aplicable a la enseñanza de los niños. En el hecho de que es mejor compensar el trabajo duro que un buen resultado, porque entenderá que lo valioso es que se esfuerce. Si recompensas a tus hijos por esforzarse, entenderán cómo mejorar. Se dan cuenta de que el rendimiento no es un resultado fijo y que pueden mejorar sus resultados si son persistentes y prueban nuevos enfoques. Si les dices que son inteligentes, creen que su rendimiento se debe a su capacidad innata y que, por tanto, no puede mejorarse. Así que, para mantener sus puntuaciones altas, elegirán problemas fáciles y mentirán sobre su rendimiento. Es más eficaz interesarse por el comportamiento de un niño y decirle lo que ha hecho bien que limitarse a felicitarle por el resultado. Si un niño sabe lo que ha hecho bien, puede mejorarlo y repetirlo. Pues esto es aplicable al resto de actitudes frente a la vida.