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Frases de Ghandi

Frases de Ghandi
Frases de Ghandi

El mítico pacifista Mahatma Gandhi nos dejó imágenes para enmarcar y fue una persona muy sonada durante la primera guerra mundial, pero en este artículo no vamos a hablar sobre su biografía (puedes leerla aquí), en este artículo hemos recopilado las mejores frases de Ghandi para aprender mas sobre la resiliencia y cómo buscar la paz interior para luchar en el mundo. Sin duda unas enseñanzas muy bonitas que siguen siendo relevantes a día de hoy.

Frases de Ghandi

  • No hay camino hacia la paz, la paz es el camino.
  • Jesús es puro y perfecto, pero vosotros los cristianos no sois como él.
  • En la plegaria es mejor tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón.
  • Supongo que el liderazgo significó una vez músculos, pero hoy significa llevarse bien con la gente.
  • Nadie puede herirme sin mi permiso.
  • El comportamiento es el espejo que muestra nuestra imagen.
  • La mejor manera de encontrarse a uno mismo es perderse en la ayuda a los demás.
  • Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?
  • Cada casa es una universidad y los padres son los maestros.
  • Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.
  • La satisfacción reside en el esfuerzo, no en lo que se obtiene.
  • Estoy preparado para morir, pero no hay motivo por el que deba estar preparado para matar.
  • La soledad es un catalizador de la creatividad.
  • La acción expresa las distintas prioridades.
  • El futuro depende de lo que hagas hoy.
  • Sé el cambio que querrías ver en el mundo.
  • La Tierra ofrece lo suficiente como para satisfacer lo que cada hombre necesita, pero no para lo que cada hombre codicia.
  • Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo.
  • La fuerza no viene de una capacidad física. Viene de una voluntad indomable.
  • No puedo concebir una pérdida mayor que la pérdida de la autoestima.

Algunas reflexiones sobre Frases de Ghandi

Casi todo lo que realice será insignificante, pero es importante que lo haga.

Todo lo que hacemos, cada decisión que tomamos o camino que escogemos tiene un impacto en la gente que nos rodea y en el mundo en general. Sí, tenemos más influencia de la que creemos. Los pequeños cambios realizados cada día de forma constante pueden suponer una gran recompensa en el futuro, del mismo modo que las malas decisiones tienen consecuencias, como beber alcohol todos los días acaba significando problemas de salud.

Cada decisión influye en cada día y cada día en toda nuestra vida. Del mismo modo, cada vida individual es importante porque operamos dentro de una cadena de existencia en la que todo lo que hacemos o dejamos de hacer afecta a nuestro entorno y a las personas con las que interactuamos.

Todas las personas con las que estamos en contacto se ven afectadas de alguna manera por nuestra presencia, y en consecuencia, por nuestros actos. La mayoría de la gente sigue su vida cotidiana sin considerar el impacto que sus palabras o acciones pueden tener en otra persona, desde un pequeño comentario sin maldad hasta un amable gesto.

Nuestro impacto en los demás es en gran medida inconsciente, no nos damos cuenta. Hacemos cosas sin considerar las repercusiones o incluso sin darnos cuenta de que nuestras acciones y palabras importan.

No subestimes el impacto que tienes en los demás, porque aunque seas una sola persona, vives en sociedad, tienes amigos, familia, compañeros, vecinos. Lo que dejas en esta vida y en los demás es tu legado, y esto en sí mismo es algo importante a tener en cuenta a nivel tanto personal como global.

Ojo por ojo y todo el mundo quedará ciego

Cuando alguien te ha agraviado, es normal que sientas un espectro de emociones: ira, tristeza y, a veces, incluso el deseo de devolverle el agravio.

Sin embargo, es un buen momento para preguntarse: ¿Funciona la venganza? ¿Merece la pena herir a alguien que te ha hecho daño, o acabas sintiéndote peor? ¿Es posible que la venganza te haga sentir mejor?

Pero aunque vengarse te ayude a sentirte validado en el momento, en última instancia no cambia tu vida ni tus circunstancias. Y, de hecho, aunque algunos actos de venganza puedan parecer «inofensivos», también pueden ser peligrosos y causar graves daños a la vida o al sustento de alguien.

Incluso si obtienes un alivio o felicidad temporal al vengarte, puede valer la pena encontrar otras formas de manejar tus emociones. Es la única manera de romper el ciclo constante de malos sentimientos y acciones.

Aunque ahora te sientas herido o traicionado, con el tiempo podrás dejar atrás esos sentimientos, pero si cargas tu conciencia con la culpa, es más probable que rumies tus acciones. Esto hace que sea mucho más difícil seguir adelante y sólo hace que tu vida quede en suspenso.

La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha, y no en la victoria misma.

Lo que realmente te va a aportar y a enriquecer como persona es el esfuerzo. La planificación, la organización mental para asegurar la victoria, la fuerza que requiere empezar cuando sientes que no puedes, que es difícil, que tu meta está lejana, que necesitas algo que no tienes o cualquier tipo de excusa o impedimento que tu cabeza decida imponerte para evitar que te pongas manos a la obra. Cualquier batalla o cualquier objetivo que te hayas propuesto está marcado por un recorrido, que es el reto.

La victoria no es más que el nombre del último paso, para sintetizar todo el esfuerzo. Es la lucha lo realmente valioso, lo que se queda en ti, empujándote a seguir, creando un hábito que hará que la siguiente vez que te propongas algo sea más sencillo.

El resultado no es más que el resumen de cada pequeño empujón que te decidiste a dar durante el camino. Por ello, es necesario que te reconozcas cada pequeño paso. Ir lento, ir dudoso, pero siempre avanzar, el progreso es progreso.

Si nunca te detienes, independientemente del tiempo que tardes en conseguirlo, vas a llegar, sin lugar a dudas.

Si te gusta la forma de pensar que tenía Mahatma Gandhi de ver el mundo, seguramente disfrutarás el libro de Ryan Holiday: «El obstáculo es el camino» donde se explica con muchas referencias estoicas la importancia de lidiar con los problemas que tenemos delante y cómo nuestra actitud ante los desafíos son los que nos forjan como personas.