Ser perfeccionista destruye tu productividad
Perfeccionismo: éxito o estrés
Algunas de las personas más ricas o más exitosas del planeta son conocidas por su perfeccionismo.
Por ejemplo, Steve Jobs.
El mensaje que nos llega es que gracias a ser tan meticuloso ha conseguido ser una de las personas más influyentes del último siglo.
Pero si profundizas en entrevistas o escritos de personas de su alrededor, verás que era una persona conflictiva. Era difícil trabajar con él. Y probablemente, no era especialmente feliz en el proceso.
Es curioso cómo muchas personas etiquetan el perfeccionismo como una virtud y otras como un defecto.
El perfeccionismo puede salvarte en alguna que otra ocasión, y hay personas que valoran esto más que nada. Les gusta ser meticulosas.
Pero muchas otras se han dado cuenta de los grandes problemas que el ser perfeccionista acarrea.
A fin de cuentas, los inconvenientes suelen ser más grandes que los beneficios.
Qué es ser perfeccionista
Por definición, una persona perfeccionista es aquella que tiene unos estándares demasiado altos. Tanto que no son lógicos ni realistas.
Así que siempre están intentando cumplir objetivos imposibles. Además, miden su valor personal según sus logros y nivel de productividad. Vinculan su autoestima a un listón imposible.
Del lado positivo, relacionamos el perfeccionismo con la motivación y dedicación.
Echas más horas en tu trabajo y tu centras obsesivamente.
Los contras del lado personal son evidentes: estrés, agotamiento, ansiedad y hasta depresión.
Si algo no sale perfecto, les afecta profundamente.
Vayamos al lado crudo y realista del perfeccionismo:
Las personas perfeccionistas se centran o se obsesionan a menudo con una parte específica del proyecto. En muchas ocasiones, esa cosa en concreto no tiene gran importancia. En consecuencia, pierden mucho tiempo y energía en algo que no va a contar prácticamente nada.
Esto hace que avancen más lentamente y se frustren más. Es todo un círculo de negatividad.
Otro gran defecto es el inconformismo. También afecta a la eficiencia.
Empiezas mil veces con lo que tienes que hacer pero crees que no es suficientemente bueno. Así que lo desechas.
Al final, solo eres capaz de producir y a veces conformarte de mala gana cuando se acerca la fecha límite. Porque no tienes más remedio.
Llegados a este punto habrás perdido tiempo, esfuerzos y paciencia.
Nada de esto garantiza que tu trabajo vaya a ser mejor que el de tu primer intento.
Tipos de perfeccionistas
Estudios han dividido en categorías y subcategorías. Aunque podría decirse que cada perfeccionista lo es a su manera.
El primer ejemplo se divide en dos tipos de perfeccionistas:
- Adaptativo. El que busca la excelencia y sus niveles de exigencia son exagerados.
- Inadaptativos. Evitan el fracaso a toda cosa. Les preocupa no ser considerados suficientemente buenos.
Otro tipo de categorización:
- Perfeccionismo personal: exigencias propias, estándares muy altos para sí mismos pero no para los demás.
- Perfeccionismo hacia los demás: exigen demasiado a las personas de su alrededor.
- Perfeccionismo social: sienten que los demás esperan mucho de él o ella y no es capaz de cumplir las expectativas.
Cómo superar el perfeccionismo
Ahora te ofrecemos unos consejos sencillos de aplicar para dejar de lado el perfeccionismo y empezar a ser más productivos y felices.
Expectativas realistas
Lo más importante es saber de lo que somos capaces, ver lo que se nos pide y ser realistas a la hora de actuar.
Ponte metas que sean aplicables de verdad.
Relaja tus estándares. Probablemente la gente espera cosas grandes de ti, pero no tan exageradas como tú te dices a ti mismo.
Los estándares que tú te has impuesto solo están en tu cabeza. Nadie espera que cumplas cosas tan exageradas, y nadie va a pensar menos de ti por no realizarlo.
De hecho, aplica esta idea: habla. Pregunta.
Pregúntale a tu jefe, a tus compañeros, profesor, pareja, familia, seguidores, etc. Pregunta qué esperan de ti. Esto te ayudará a mantener los pies en la tierra.
Nadie espera tanto de ti como tú mismo.
Perfecciona tus esfuerzos
Sí, irónico.
Deja de perfeccionar tus estándares, pero perfecciona tus esfuerzos.
¿Cómo?
Lo primero es aprender a distribuirlos de manera que seas productivo.
Los resultados positivos suelen venir del 20% de los esfuerzos. Debes aprender cuál es la parte esencial de tu trabajo para ponerle más ímpetu.
Más no es siempre más. No tienes que trabajar de más sobre cosas que no van a tener tanta importancia.
Vale más que te centres en la clave de tus proyectos.
Sé imperfeto a propósito
Piensa que la imperfección es tu miedo. Como podría ser el miedo a los espacios cerrados.
Para superar ese miedo, pruebas a encerrarte en una habitación, cada vez más.
Esto es la terapia de exposición. Con los perfeccionistas también funciona.
Deja partes de tu trabajo tal y como te salen, sin perfeccionar.
De hecho esta práctica será más productiva por 2 motivos:
El primero es que al hacer un trabajo que no es perfecto te expones a críticas y retroalimentación. Sea seguidores, personas cercanas o de trabajo. Estos puntos de vista te ayudarán a mejorar de manera realista con esfuerzos realistas y a avanzar más y mejor.
El segundo es que estarás haciendo entender a tu cerebro que la imperfección no es el fin del mundo. De hecho, es parte de la vida.
Ponte limitaciones
Relacionado con el ser imperfectos, te recomendamos ponerte ciertos límites.
Si no sabes cuándo parar, ponte una fecha o cantidad máxima.
Si eres fotógrafo, oblígate a subir una foto cada día a una red social. Expones tus productos. Te fuerzas a elegir alguna foto de un día.
Esa foto que al inicio no valorabas puede acabar siendo tu mayor obra aunque tu perfeccionismo al inicio no la aprecie.
Si eres músico, graba como máximo 4 veces la misma pieza y oblígate a compartir la que más te guste.
Para otro tipo de trabajo, ponte un máximo de tiempo. Una fecha.
Lo importante es que le pares los pies al perfeccionismo.
Notion
Notion es una herramienta que te puede ayudar a la organización, productividad y creatividad.
Puedes realizar una lista de tareas y organizarlas según su importancia como decíamos antes.
Además, puedes ponerte fechas límite. Es una buena manera de controlar que no trabajas de más en una sola cosa y no te dejas nada por el camino.
De entre sus beneficios está el hecho de que puedes utilizarlo de manera muy sencilla e ir haciéndolo más complejo conforme aprendes a usarlo.