Jane Austen: No recuerdo haber leído ningún libro que no hable de la inestabilidad de la mujer. Quizás porque fueron escritos por hombres.
Que los hombres vean la cultura y la sociedad con ojos masculinos es comprensible, dado que el sector masculino de la población no tiene por qué pensar en el género del mundo, ya que no hay ninguna diferencia o conflicto visible entre lo que es un hombre y cómo se supone que funciona el mundo. Que las mujeres también vean el mundo con ojos masculinos es un hecho triste pero desafortunado. La dificultad para lograr un cambio en esta percepción radica en su sutileza. Es bastante fácil señalar la discrepancia entre el salario de un hombre y una mujer por el mismo trabajo. Es una tarea decididamente más laboriosa tratar de explicar por qué un hombre y una mujer que realizan dos trabajos diferentes reciben salarios dispares puede ser también un reflejo de la desigualdad producida por el género. ¿Por qué la mujer trabaja en un empleo que paga sistemáticamente un salario inferior al del hombre? Para revelar las verdades subyacentes, hay que hacer las preguntas adecuadas. El hombre es la norma; la humanidad se considera masculina. Los estereotipos del papel de la mujer en las obras más literarias suelen ir precedidos de una visión de la mujer y de los rasgos, más generalizados, que encarna.